La anemia de células falciformes (ECF) es un trastorno sanguíneo hereditario relacionado con la hemoglobina que afecta la forma y la función de los glóbulos rojos, encargados de transportar oxígeno a todo el cuerpo. En lugar de ser redondos y flexibles, los glóbulos rojos de los pacientes con ECF pueden volverse rígidos, pegajosos y tener forma de medialuna o de hoz. Estas células con forma anormal pueden ralentizar o bloquear el flujo sanguíneo y causar diversos síntomas y complicaciones.
La anemia falciforme (ACF) se diagnostica mediante un simple análisis de sangre llamado electroforesis de hemoglobina. Esta prueba detecta la presencia de hemoglobina anormal, causante de la anemia falciforme. En muchos países, se realizan pruebas de detección de anemia falciforme a los recién nacidos de forma rutinaria, lo que permite un diagnóstico y tratamiento tempranos, pero los niños mayores y los adultos también pueden contraerla. La detección temprana es crucial para controlar los síntomas y prevenir complicaciones.
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